Iniciamos hoy una serie dedicada al aniversario 500 de la capital cubana. Para celebrar el acontecimiento, se repararon las campanas de la principal iglesia de la ciudad: la catedral de La Habana.
Cuentan los cronistas que en épocas remotas, al amanecer, nadie podía continuar durmiendo en La Habana: cientos de campanas repiqueteaban al unísono, tañidas en las decenas de iglesias de la ciudad. Esa singular sinfonía asustaba a los viajeros que no estaban advertidos. Pero algunos afirmaron en sus relatos que nunca llegaron a acostumbrarse.
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