
La noticia nos conmovía a todos los latinoamericanos, un año atrás. Aquella figura que muchas veces creímos inmortal se iba físicamente, a sus 90 años, satisfecho del deber cumplido y con una Cuba que ya no era “mala palabra” en el ámbito de las relaciones internacionales, tal como lo demuestra, año a año, la votación en relación al bloqueo en la Organización de Naciones Unidas. Los millones de cubanos que durante aquellas jornadas lo homenajearon dieron por tierra centenares de editoriales de los medios conservadores de la región y el mundo: el pueblo cubano lo valoró hasta el final de sus días, y aún hoy lamenta una partida tan trascendente para aquella isla siempre fustigada por el poder imperial -que, vale decirlo una vez más, no pudo derrotar a Fidel, aún estando a apenas 90 millas de allí-.
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