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Balance del «plantón» opositor: tres claves a considerar

Un «Gran Plantón Nacional» que sólo hacía ruido desde el nombre dejó mucho que desear en comparación a anteriores movilizaciones convocadas por la MUD, tanto en la capital como en el interior del país. Sin embargo, cuando se trata de provocar muertos al cierre de la jornada, la agenda de golpe en marcha no defrauda a quienes la estimulan. A continuación algunas claves (difuminadas interesadamente por los medios) a considerar tras los hechos violentos del día de ayer.

1. Francotiradores en Carabobo

Según información suministrada en rueda de prensa por el Ministro de Interior, Justicia y Paz Néstor Reverol, los funcionarios de la Policía de Carabobo Jorge David Escandón y Reinaldo Alberto Alvarado fueron atacados por francotiradores en la autopista del Este ubicada en el Distribuidor El Trigal, donde fue convocada la actividad por partidos antichavistas.

«El oficial Jorge Escandón recibió un disparo de largo alcance directamente en la cabeza, está bajo pronóstico reservado en estado crítico», comentó el Ministro Reverol.

Estos funcionarios intentaban restituir el orden público tras el caos generado por grupos violentos opositores, quienes habían secuestrado tres camiones propiedad de Empresas Polar para sostener el corte del Distribuidor ante la escasa afluencia de personas. Los tiros francos de largo alcance sirvieron de apoyo para intentar inhabilitar a las fuerzas de orden público y como protección a la vanguardia que confrontaba en la primera línea.

Esta acción de violencia profesional fue calco y copia del tiro franco que asesinó al Sargento de la GNB Niumar Sanclemente el pasado 19 de abril en San Antonio de los Altos (del estado Miranda gobernado por Henrique Capriles), quien también intentaba restituir el orden público debido a una protesta violenta en el sector.

También una sede de Corpoelec fue incendiada por estos grupos violentos.

2. Táchira: camuflaje estudiantil y la responsabilidad automática sobre las muertes

Según reportó el Diario Los Andes una «marcha de estudiantes» -que tampoco resaltaba por su carácter masivo- se dirigía a entregar un documento a la Defensoría Educativa en la capital  del municipio Ayacucho del estado Táchira, San Juan de Colón.

Luego el grupo violento se movilizó hacia el Centro de Coordinación Policial Colón, asediando la sede policial con morteros y provocando posteriormente su incendio.  Tras los enfrentamientos contra la GNB y Politáchira, estos grupos afectaron los comercios de la zona y las fachadas de algunos comercios. La oportunidad, al igual que los hechos violentos en Mérida, sirvió para tantear el terreno en busca de sumar factores a un paro cívico.

En el marco de otros focos de violencia en el municipio Guásimos y en Capacho Nuevo, generados a partir de la convocatoria a plantón por parte de la MUD, resultaron asesinados Luis Alviarez (17) y Diego Hernández (32). Hernández según el Diario La Nación fue asesinado por resistirse a un robo y el caso de Aviarez aún se encuentra bajo investigaciones.

Sin pruebas y sin prestarle atención a los reportes suministrados por el rotativo, la alcaldesa de San Cristóbal, Patricia de Ceballos, no titubeó en endosarle automáticamente las dos muertes al Estado venezolano, intentando crispar aún más el ya tenso clima político tachirense. Al igual que hicieran otros dirigentes con Pernalete, Cañizales y Castillo, donde las pruebas preliminares terminaron por refutar sus cómodas hipótesis iniciales.

3. Coordenadas del conflicto: antecedentes, lugares comunes y el tejido paramilitar

Ahora bien, lo sucedido ayer en Táchira tiene como antecedentes inmediatos 9 paramilitares abatidos por las fuerzas de seguridad del Estado el pasado 16 de marzo. Días después (22 de marzo) un campamento de 120 paramilitares fue desmantelado en el municipio Ayacucho, según información suministrada por el gobernador José Vielma Mora.

El pasado 26 de abril el mandatario regional afirmó que 30 paramilitares armados habían ingresado a territorio tachirense para involucrarse dentro de la agenda violenta de la oposición venezolana. «Ellos vienen con un plan de crear una conmoción dura, matar gente y herir porque ellos dicen que no tienen nada que temer, ya que el gobierno se encarga de las responsabilidades de los muertos», apuntó Vielma Mora.

La gravedad de esta secuencia yace en que células paramilitares en proceso de activación, que gozarían del camuflaje típico de estudiantes y agitadores de partido, no sólo aparezcan como actores de la confrontación en primera línea, sino que también distribuyan sus roles como francotiradores, sicarios, financistas, entrenadores u operadores logísticos de armas y explosivos en el marco del objetivo precisado por el gobernador de Táchira.

Pero la proximidad con Colombia que narra el estado Táchira, también constituye el punto de origen de una constelación territorial que une a otros focos de violencia.

En los últimos días (incluyendo el plantón de ayer) ha habido protestas violentas, fuertes enfrentamiento con la GNB y destrucción de comercios y sedes de bancos públicos, en las ciudades merideñas de Santa Cruz de Mora, El Vigía, Pueblo Llano y la zuliana Caja Seca, que vistas en el mapa a partir de San Juan de Colón constituyen una corredor desde Colombia hasta el dorso de la Sierra de La Culata. En Mérida también son recientes los episodios donde francotiradores y sicarios profesionales asesinaron a dos chavistas, como sucedió durante el plantón convocado por la MUD el 24 de abril. El gobernador de la entidad Alexis Ramírez informó la madrugada del día siguiente la detención de dos ciudadanos zulianos que transportaban armas y 800 municiones en un camión, por estar vinculados a los hechos en El Viaducto de la Ciudad de Mérida.

Las trágicas coincidencias ponen en relieve de un grado de violencia superior en proceso de ejecución (ya no supeditado únicamente a los estados próximos a la frontera), bajo la cobertura de las convocatorias de la MUD.

Estos focos representan una misma constelación de territorios y ciudades periféricas del occidente venezolano donde las Bacrim colombianas (según una investigación del centro de investigación Wilson Center) expandieron sus redes criminales como mecanismos de control político y económico sobre franjas del occidente venezolano (Táchira, Mérida, Zulia, Apure, principalemente), desde inicios del año 2000.

La proliferación de flujos económicos ilícitos, tales como el contrabando, el narcotráfico, extorsión, el secuestro y el cobro de vacunas, dinámicas de control territorial basadas en el terror y la intimidación, sirvieron como vaso comunicante para su inserción dentro tejido social, político y económico de los corredores territoriales próximos a la frontera con Colombia. No es un problema de criminalidad, sino político. Los focos activados en el corredores antes mencionados dan luces sobre esa cualidad precisamente.

Sobre este fenómeno el investigador Dario Azzellini comenta que forma parte de un plan político de EEUU para disolver fronteras, fragmentar territorios y sustituir al Estado como agente de soberanía sobre el territorio nacional. El brazo armado del neoliberalismo. Para el investigador la clave está en enfrentar pobres contra pobres. Las zonas antes comentadas donde se expandieron las Bacrim resaltan por su precariedad y la violencia económica ejercida en todas sus formas.

En Venezuela específicamente el autor precisa que los grupos paramilitares en Venezuela (comparándolos con la Contra nicaragüense) no buscan una «victoria militar», sino una guerra de desgaste dirigida hacia la infraestructura económica del Estado, la producción de bienes esenciales y hacia la vida (política y social) de la población civil, con el objetivo de arruinar al país y colocar contra las cuerdas al Estado-víctima.

Estos grupos y sobre todo el plan global de las corporaciones que los ubican como soldados, también son una carta a barajar dentro del portafolio de acciones de la guerra contra Venezuela. Pues es mucho más profesional y mejor entrenada.

A medida que el factor de “movilización ciudadana” puede acercarse a una etapa de agotamiento natural y cuando ya “el muerto necesario” al cierre de cada jornada no encuentra mayor efectividad que la ya lograda, echar mano de esta violencia profesionalizada (por ende mucho más violenta) puede ser utilizado como recurso para generar el tan ansiado estado de conmoción global – bajo una operación de bandera falsa usando de simulador a “los colectivos”- que posibilite una presión internacional ilimitada contra el país.

¿La marcha nocturna convocada por Freddy Guevara para este miércoles es el escenario ideal para esa tragedia planificada políticamente?

Tomado de MisiónVerdad

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