Por Álvaro Fernández
Décadas antes de que Donald Trump hiciera de la corrupción algo aceptable como institución en Washington, Miami ya había perfeccionado la práctica. Durante ese tiempo, hemos elegido y reelegido a políticos acusados, políticos que han demostrado tener el poder de hacer que los muertos voten, políticos con el poder de usar su escaño de comisión para obtener ganancias ilegales de la Sección 8 de viviendas para los electores.
También estuvo el caso del entonces presidente del Senado de La Florida, Marco Rubio, que utilizó su tarjeta de negocios del Partido Republicano para gastos personales, incluidas vacaciones y la reparación de vehículos familiares. Luego hubo un comisionado de Miami, Tomás Regalado, quien extrañamente llenó su automóvil varias veces al día con gasolina de la ciudad y culpó al pobre rendimiento de gasolina de su automóvil y sus viajes diarios para visitar a los electores.
Las historias…
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