Por Arthur González.
¿Qué país en este mundo acepta que un individuo se auto proclame presidente de un Estado, sin haber sido elegido democráticamente por el voto popular y la reafirmación del tribunal supremo?
La respuesta es solo una: ninguno.
Pero en Venezuela, espina trabada en la garganta de los Estados Unidos, ha sucedido en días pasados, mediante la farsa diseñada por los yanquis con el desvergonzado apoyo de la Unión Europea, la misma que no respaldó al líder del pueblo de Cataluña, Carles Puigdemont, quien sí fue abalado por el voto popular.
¿Con qué moral los europeos van a respaldar al títere de Juan Guaidó, fabricado por las manos de la CIA y el Departamento de Estado, orientado a la carrera en los locales de la propia misión diplomática yanqui, como parte del plan diseñado para darle un golpe de Estado al presidente constitucional Nicolás Maduro?
Es evidente que…
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