Por Roberto Garaicoa Martínez y Haroldo Miguel Luis Castro
Salvo por el mal tiempo, en el círculo infantil Le Van Tam aquella tarde de jueves del 8 de mayo de 1980 había sido como cualquier otra: agotadora y llena de los ajetreos propios que requiere atender a más de 550 infantes. Sin embargo, lo que hasta entonces parecía un típico y ordinario día de trabajo, en tan solo unos minutos pasó a ser un verdadero infierno.
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