No fue un hombre de éxito. Herido en Lepanto, conoció los padecimientos de los galeotes. De regreso a España, sufrió miseria y alguna incursión en la cárcel.
«LA JUVENTUD DE CERVANTES», EDAF (2016) OBRA DE DE MARIANO DE LA ROCA Y DELGADO (1858). © JOSÉ MANUEL LUCÍA MEGÍAS
No alcanzó el favor de los poderosos, que benefició a algunos de sus contemporáneos, también gigantes literarios en aquellos deslumbrantes siglos de oro de la creación peninsular, como sucedió con el pródigo Fénix de los ingenios, el dramaturgo Lope de Vega.
Y, sin embargo, el idioma hablado en la actualidad por millones de habitantes del planeta recibe el apelativo de lengua de Cervantes, porque su criatura mayor, Don Quijote, echó a andar un día sobre el lomo de Rocinante junto a su fiel y rústico escudero Sancho Panza. A través del Atlántico llegó de contrabando a las recién conquistadas tierras de América.
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