Alguien escribió tiempo atrás, y al parecer sabiamente, que una cosa es gobernar un país y otra encabezar y “manichear” una empresa inmobiliaria.
Entonces Donald Trump se estrenaba como presidente de los Estados Unidos y llenaba su boca (y su Twitter) de “novedosas ideas” en torno a cómo manejar a la primera potencia capitalista en un mundo donde (por supuesto, nunca lo ha reconocido), la unipolaridad con que sueñan los sectores reaccionarios gringos ya no tiene cabida alguna.
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