En La Habana del siglo XIX, durante la década 1860, mientras transcurrían la infancia y la adolescencia de José Martí, constituía imagen recurrente la presencia de chinos, llegados con estatus de colonos desde su lejano país, aunque en realidad eran tan esclavos como los de origen africano.
Comenzaron a arribar en 1847 para trabajar en la producción azucarera. Tristes, acongojados por la nostalgia y el cruel trato, muchos encontraron en el suicidio la vía liberadora del injusto mundo; otros en la rebeldía armada. Del presidio político, Martí recordó la compañía de uno de aquellos culíes, quien falleció víctima del cólera.
La cultura milenaria china es una de las fuentes del saber martiano. En sus Obras Completas podemos hallar numerosas menciones a sus aportes al mundo Occidental.
Cuando organizaba la Guerra Necesaria, Martí acopió vasta información acerca de la Guerra del ‘68; la mayor parte de los relatos fueron contados…
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