Como argumento para una película de James Bond está bien: un país comunista y, por tanto, potencialmente peligroso, se apropia de una tecnología perversa que provoca daños auditivos a diplomáticos norteamericanos y Estados Unidos, autoproclamado guardián de la galaxia, se ve obligado a intervenir. De hecho, ahora que lo pienso, la saga del Agente 007 tiene guiones mucho más sólidos que ese.
Como idea para Hollywood está bien, repito, pero como argumento serio, digno de ser tenido en cuenta en el plano de las relaciones internacionales, la trama de la sordera inducida hace agua por todas partes.
Y no lo digo porque esté “bruta, ciega y sordomuda”, como la canción de Shakira; lo digo porque, incluso desconfiando de la versión cubana de los hechos, las autoridades estadounidenses no han aportado ni una prueba, ni un minúsculo indicio de los susodichos incidentes.
Los diplomáticos afectados y sus familiares al parecer no…
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