Por Felicita Rivero
No quiero ser pájaro de mal agüero, pero definitivamente nuestro deporte nacional está herido de muerte. Haber perdido en el Clásico no es el problema, en los juegos cualquiera gana o pierde. Eso forma parte de la diversión. Lo que sí es increíble es «la paliza» que nos dio Holanda. A ese nivel en que se está jugando a la pelota un resultado de 14-1 nadie lo imaginaría (aunque en el 2006 perdimos 12 a 2 frente a Puerto Rico). No desconocemos que los muchachos anímicamente se sentían mal. El juego frente a Japón había que asegurarlo, y ellos lo sabían. Pero si ya la retirada parecía inminente, al menos deberíamos haber hecho del partido algo digno de ver. Despedirnos del clásico con «las botas puestas». Dejar de disfrutar en el terreno es tan malo como no saber qué hacer para remontar el marcador. En lo personal lo que más me impresionó fue la falta de respuesta del banco, de sus directores. Aun perdiendo hay que pelear… No será la primera vez que en la historia del béisbol se gane un juego viniendo de abajo. La «garra» del deportista también hace falta. No alcanza solo con técnica.
Ya sabemos que nos falló, y nos falla, otros periodistas lo han señalado: la estrategia, los lanzadores, hasta los bateadores, por no decir una dirección temerosa de hacer los cambios necesarios para mantenernos con vida ante los rivales. Ellos no son mejores. Nosotros hemos perdido calidad. ¿Por qué? Muchas son las razones; y enumerarlas ahora nos llenaría varias cuartillas. No creo, si continuamos así, que podamos volver a presentarnos en los clásicos por venir (aunque estemos ya en la nómina del siguiente por estar entre los 8 primeros). Una paradoja que nos deja sin esperanzas. ¿Sin la calidad necesaria qué rendimiento tendrá la novena cubana?
Si vemos las estadísticas de los juegos en la primera ronda no nos fue tan mal en el Tokio Dome. Caímos frente a un Japón increíble 6 a 11, para remontar luego en los dos siguientes juegos llevándonos la victoria: ante China 0-6 y ante Australia 3-4. Cumplida la meta de pasar a la segunda ronda, que no iba a ser fácil, pero tampoco era imposible, al menos podíamos habernos alzado con un triunfo. Sin embargo, perdimos todos los juegos. Ante Israel 1-4, 5-8 con Japón y 1-14 con Holanda. Un pase a la semifinal estaba a la mano. Después sí había qué ver… Estos resultados nos dejaron en el 8vo. lugar, la peor actuación de un equipo Cuba desde que se inició el evento. En el 2006 quedamos en 2do., nuestra mejor marca; 6to. en el 2009 y 5to. en el 2013. El average no es nada alentador.
Nuestra pelota, la que nos gusta ver a todo, necesita revitalizarse. Hay que trabajar desde la base, donde está el relevo de los actuales peloteros y donde se enciende la chispa de verdad. No tengo nada contra el fútbol. Por el contrario, soy una seguidora del Barcelona y Messi; sin embargo, siento pena, no puedo evitarlo, cuando veo a nuestros niños dejar a un lado la pelota por jugar al deporte del gol. Antes, cuando yo era niña, se jugaban ambos. Pero era una realidad, en cada barrio siempre se oían los gritos de los pequeños discutiendo si fue quieto o out. Eso ya pasa poco. Muy poco. Ahí hay un termómetro, una medida de que la pasión ha cedido el espacio al incipiente olvido. Todavía estamos a tiempo. Solo hay que sentarse con mente fría y corazón caliente a desentrañar la madeja, encontrar soluciones e implementarlas. Sin triunfalismos, sin amiguismos, solo con la convicción de que tiene que ganar el deporte, el pasatiempo de todos los cubanos.
La Covacha Roja 