En la segunda fase de la Revolución sandinista, Nicaragua, que siempre aparecía en el sótano entre los países de América Latina y el Caribe, rivalizando en pobreza y marginación con Haití, ha tenido avances sociales significativos. Sin embargo, estos y la resplandeciente victoria electoral del Frente Sandinista de Liberación Nacional(FSLN) en las elecciones del 6 de noviembre pasado, en las que Daniel Ortega, su candidato a la presidencia, obtuvo el 72.5 de los votos, han sido recibidas con un silencio atronador por las corporaciones mediáticas y hasta por medios progresistas que no han comprendido la trascendencia del sandinismo en la geopolítica de la izquierda regional.
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