Durante el gobierno interino de Domingo Cabalo es aprobada por la Santa Sede la proposición de dividir la diócesis en dos y crear el obispado de La Habana. Así, la iglesia antigua de San Ignacio, fundada por los jesuítas, es erigida en catedral. La Real Cédula de dicho nombramiento no se expide hasta el 8 de diciembre de 1793. El 6 de enero de 1925 esta diócesis es elevada a la categoría de arzobispado.